El rostro se craquela de recuerdos.
La experiencia adquiere se forma de profundas líneas y calla.
La noche se inunda de silencio y la memoria canta,
el tiempo escucha inspirándose para un réquiem.
El inicio se pierde en un lejano horizonte y el futuro queda al frente,
al alcance de la mano que correrá el telón para mostrar el escenario de lo desconocido,
como todo ayer que en su momento fue un mañana.
El camino jamás termina...
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